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Gestión de conflictos, mediación y promoción de la convivencia

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La ciudad diseñada por las niñas y los niños

Cada vez más, es mayor el pensamiento de que hubo un tiempo en el que sentíamos seguridad en la ciudad, en los parques, en el vecindario… El espacio público era un lugar en el que encontrar compañía, amistades, un lugar para compartir y para jugar. Un lugar para convivir.

Redefinir nuestras ciudades

Este mes de noviembre, el día 20, se celebra el Día de la infancia, por ello recuperamos esta propuesta de redifinir nuestras ciudades desde el punto de vista de las niñas y los niños. En muchas de las ciudades en las que vivimos, la ciudad, nacida como lugar de encuentro y de intercambio, ha descubierto el valor comercial del espacio y ha alterado todos los conceptos de equilibrio, bienestar y comunidad.

Encontramos ciudades separadas y especializadas, con espacios dirigidos a cada segmento poblacional. Espacios para personas mayores, espacios para niños/as, espacios para inmigrantes… Faltan espacios para compartir, espacios para mezclarse.

La ciudad de las niñas y los niñas, la ciudad de todas las personas

La vía pasa, según Françesco Tonucci, por considerar este problema como un problema social y político, que pretende que la tendencia cambie, que la ciudad cambie.

Se propone desde aquí que la Administración sustituya al “ciudadano medio” (que suele coincidir con un adulto, varón, trabajador) por el niño/a, que diseñe la ciudad como un lugar para ellas y ellos.

La ciudad debe cambiar hasta convertirse en un lugar seguro, un lugar de libertad, de relación y de juego. Los niños y las niñas son considerados un indicador ambiental sensible: si en una ciudad éstos juegan y pasean sin supervisión adulta, la ciudad está sana. Si no es así, afirma Tonucci, la ciudad está enferma.

Una ciudad en la que niños y niñas pasean solos por la calle no es sólo una ciudad más segura para ellos/as, sino para toda la ciudadanía. Devolver a las niñas la posibilidad de jugar, de adquirirla experiencia, tan necesaria, de la sociabilización espontánea, de vivir experiencias autónomas, éste es el objetivo.

¿Pero cómo?

  • Renegociando la relación de poder y de fuerza entre el automóvil y la ciudadanía. Creando espacios libres de coches, así como estableciendo una negociación en torno al uso que peatones y conductores/as deben hacer del espacio.
  • Ayudando a las personas adultas a comprender que los niños y las niñas tienen necesidad de salir, de buscarse, de jugar juntos. Salir de casa y disfrutar de los espacios compartidos debe ser un elemento central.
  • Encontrar y formar nuevos aliados de los niños/as. Antes daba la sensación de que las niñas y los niños eran de todas las personas, reconocidos y protegidos por el vecindario; gran parte de esta solidaridad se ha perdido. Buscar aliados de las niñas y niños en las ciudades es una vía para recuperar esta idea.

Si las niñas y niños pudiesen salir solos de sus casas de nuevo a la calle, se resolverían muchas de las contradicciones que hoy hacen difícil su vida cotidiana y de la misma ciudad.

Repensar la ciudad, quererla distinta, adaptada a todos y a todas, incluso a la infancia, es una necesidad urgente, no se trata de retroceder hacia el pasado, sino de prepararnos para un futuro distinto, no exclusivamente controlado por la producción comercial. Un futuro en el que exista el deseo y la posibilidad de pensar en el bienestar y en la solidaridad. De ese futuro, los niños son símbolo, reto y garantía.

Texto extraído y adaptado del artículo La ciudad de los niños, Francesco Tonucci.

Fundación GizaguneLa ciudad diseñada por las niñas y los niños
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