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Gestión de conflictos, mediación y promoción de la convivencia

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Las comunidades también tienen identidad propia

Las personas nos relacionamos de manera sistémica en los diferentes contextos de nuestras vidas. Somos parte de una familia que tiene vida propia y todos los miembros que la conformamos “bailamos” entorno a ese ritmo. Cada persona tenemos nuestra propia personalidad, estilo relacional, vivencias, etc. que se han ido creando conjuntamente y eso se ve reflejado en las relaciones que mantenemos con el resto de miembros y en la propia identidad familiar.

A diferente escala, pero lo mismo ocurre en la kuadrilla o en el trabajo, por ejemplo, cada grupo está compuesto por diferentes personas y entre todas ellas se genera una identidad de grupo o de equipo, con unos códigos y normas que son los que rigen la dinámica relacional y de funcionamiento.

Como en cualquier sistema, en situaciones de crisis, será la capacidad de propio sistema de adaptarse y hacer frente a la situación lo que determine el resultado. Cuanto más sólidos sean los cimientos, a mayores herramientas y habilidades de afrontamiento, mayores probabilidades de éxito. 

Cuando hablamos de intervención comunitaria, y más concretamente de gestión de conflictos en el ámbito comunitario, es importante tener este aspecto en cuenta. En los diferentes servicios que llevamos desde la Fundación Gizagune, a menudo nos encontramos con que los conflictos que tenemos que abordar, son conflictos que afectan e implican a toda una comunidad, ya sea porque hay una vivienda que está alterando gravemente la convivencia, porque hay una situación de morosidad generalizada, o porque confluyen diversos factores que se entremezclan provocando una situación de conflicto a menudo muy compleja. En este tipo de casos, no podemos perder de vista la importancia de conocer cuál es esa identidad de la comunidad, cuál es su historia, sus códigos de funcionamiento, quiénes son las personas clave y las herramientas con las que cuentan.

La elaboración de un buen diagnóstico es esencial para poder llevar a cabo una intervención que dé respuesta a la necesidad real de la comunidad, que ayude a encauzar la situación de conflicto, y sobre todo a dotarlos de herramientas a las comunidades para que los cambios se mantengan en el tiempo.

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